Los efectos de las madres narcisistas en sus hijas. ¿Es posible superarlos?

La relación entre una madre y su hija es considerada por muchos como una conexión sagrada y nutritiva. Tiene sentido que sea así, pues naturalmente esta es la función de la madre desde el inicio de la vida de la hija: cuidar y nutrir. El trabajo materno es duro, sacrificado, desagradecido y casi imposible de hacer sin “errores”, es por esto que es enaltecido y santificado. Se debe, por lo general, mirar con mucha compasión y cuidado la situación de una madre y de su relación con sus hijxs antes de emitir cualquier juicio. Cuando hablamos de narcisismo materno o de madres tóxicas, no nos referimos a madres que han fallado en algún área de la vida de sus hijos porque obviamente la vida les exige mucho y no dan para todo (no hay que olvidar que una madre cumple muchas otras funciones y roles en su vida como mujer). Cuando nos referimos a una madre tóxica o a una madre narcisista, nos referimos a una mujer que no fue capaz de madurar emocionalmente para poder afrontar el hecho de que sus emociones y sus vivencias no son el centro del mundo. 

Una madre narcisista es una mujer que en el rol de madre ha sido incapaz de ajustarse al cambio de prioridades que esto implica y mantiene el foco en lo que es más importante para ella o en cómo le serán retribuidos sus sacrificios maternos. Todo esto tiene un impacto grave en el bienestar y desarrollo de los hijos de esta mujer, más específicamente en las hijas, por los detalles de la función de esa relación en la vida de las mujeres. En este artículo profundizaremos tanto en la descripción de la situación, las consecuencias en las hijas y si es posible superarlas. 

Una madre narcisista tiene una necesidad abrumadora de admiración y atención, esto hace que dé prioridad a sus propios deseos y necesidades sobre el bienestar de sus hijos. Pueden mostrarse constantemente necesitadas de validación, tener comportamientos de control y mostrar mucho rechazo y miedo a la crítica. Sus acciones y palabras giran en torno a preservar su autoimagen, lo que puede llevar a una falta de empatía, menosprecio y abandono emocional hacia sus hijas. 

Es difícil encargarse de la felicidad de otro, es una tarea imposible de realizar con éxito así que deja siempre desilusionado y fracasado a quien lo intenta. Imagínate, en el caso de una pequeña niña que apenas está aprendiendo cómo funciona el mundo y cuál es su lugar en él. Una niña aprende a cómo ser mujer, cómo relacionarse con los demás y cómo verse a sí misma de las acciones y las palabras de su madre. Si el mensaje que estas acciones envían es

“no eres suficiente porque no puedes complacerme ni hacerme feliz”,

Eso es lo que aprende esa niña de sí misma y de cómo relacionarse. Ese mensaje le enseña que para que la amen tiene que priorizar a los demás, que no es merecedora de amor por sí misma, no tiene valor intrínseco, que es su responsabilidad cómo se sientan los demás, que lo que su mamá necesite es lo más importante. Con esto, esa niña queda condenada a vivir una vida de relaciones insatisfactorias, de sentirse insuficiente, de buscar desesperadamente validación en los demás (especialmente en su madre y en sus parejas), de no saber priorizar sus necesidades ni gestionar sus emociones, entre muchas otras cosas más. 

A pesar de mi uso de la palabra “condena” en el párrafo anterior, lo más importante a aprender es que las hijas pueden cambiar sus patrones, curar sus heridas maternas y construir una versión de ellas más sana, más ajustada y con capacidad de encontrar genuina felicidad. Para eso se necesitan transitar los pasos de aceptación, duelo y reencuadre. En mi ebook centrado en éste tema hablo en detalle de cómo transitar los pasos para lograr ese objetivo, sin embargo en este artículo te explicaré brevemente de qué se tratan.  

La aceptación es el primer paso, en el que la hija abre a darse cuenta de cuál es la realidad de la situación y se permite aceptar que no está en sus manos cambiar a su madre ni convencerla de que la quiera. En este paso es importante primero trabajar bien la conciencia, entender la situación con claridad y fuera de las teorías y suposiciones que infantilmente se crearon para dar explicación a los acontecimientos. Luego de ello es importante dedicar tiempo para aceptar eso que se ha comprendido

El duelo es el segundo paso, y uno que muchas veces las personas tienen miedo de afrontar. Es el espacio y el tiempo en el que esa hija se permite reconocer y sentir las emociones que vienen con lo que ha entendido. En este paso amerita enfrentar la pérdida, la carencia, permitirse vivirla y sufrirla. Muchas personas rehúyen de permitirse sentir el dolor, el enojo y el sufrimiento relacionado con este paso porque piensan que si abren esa caja de pandora no la van a poder cerrar. Este es uno de los aprendizajes disfuncionales fruto de la relación tóxica materno-filial. Ignorar nuestras emociones y evitarlas no nos libera de ellas y permitirnos sentirlas no nos hace presa de ellas. Las emociones necesitan ser sentidas y vividas para poder cumplir su función y marcharse. 

Finalmente, el reencuadre, que se refiere a comenzar a hacer cambios tanto en como esa hija se relaciona con su madre y cómo se relaciona consigo misma. Para esto es necesario volver a conectar consigo misma, identificar lo que necesita y priorizarlo. Asimismo, en la relación con su madre la hija necesitará comenzar a cambiar la forma en que responde a las demandas y necesidades de su madre, priorizando las suyas propias y aprendiendo a poner los límites necesarios para organizar esa dinámica. 

Cada quien vivirá estos pasos de una forma particular. Es importante recordar que ningún proceso de cambio ni crecimiento personal es lineal, lo que significa que en algunos momentos se percibirán “fracasos”, “retrocesos” y frustraciones y que todo esto también es parte del proceso. La autocompasión es clave durante este camino. El cambio no es fácil, pero es posible y es necesario

Si estás interesada en iniciar tu propio proceso para lidiar con tu relación tóxica con tu madre y eventualmente cambiarla, mi guía “Madres tóxicas 101” explica con más detalle las tareas de cada paso en este proceso y te proporciona con ejercicios para reflexionar y reconectar contigo. Recuerda también que si deseas iniciar un proceso terapéutico puedes agendar tu cita aquí y estaré honrada de acompañarte en tu camino de vuelta hacia tí misma. 

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